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EDITORIAL XX

La ambición de Larrazábal

El poder y la soberbia son dos “cualidades” sin las cuales Fernando Larrazábal Bretón no podría vivir. Necesita estar cerca del presupuesto público para demostrar el poder político que le da cierto cargo gubernamental y en consecuencia, explotar esa soberbia que lo caracteriza.

Para ello, es obvio que debe de tener un equipo de colaboradores hechos a su modo, que le rindan tributo, algunas ocasiones de rodillas, como suele suceder en el caso de su gente más cercana, olvidándose de toda dignidad, con tal de seguirle la huella y no quedar desamparados en el aspecto económico.

La mayoría de la gente perteneciente a la clase política, sabe quiénes son los principales allegados a Larrazábal Bretón y da lástima la manera en que son tratados y la forma en que exageran en resaltar las escasas virtudes que posee el ahora exalcalde de Monterrey.

Pero lo importante para Fernando es seguir teniendo ese poder, tiene en la mira un proyecto muy ambicioso para el 2015, eso lo sabemos, para ello, necesita estar en una posición que le de, en primer lugar, fuero, en segundo, la posibilidad de seguir armando su estructura y llegar fortalecido a la lucha en tres años.

Obviamente, primero tiene que salvar la elección de julio, obteniendo el triunfo como Diputado federal, si esto no sucede, como probablemente así sea, estará sepultando prácticamente sus aspiraciones gubernamentales.

Decíamos que el poder y la soberbia han jugado un papel muy importante en la vida política de Larrazábal, tanto así que se ha rumorado en muchas ocasiones sobre una “traición” que se gestó en el 2009 y que fuera determinante para que Rodrigo Medina de la Cruz, alcanzara el cargo que hoy ostenta.

Eso pudiera explicar el por qué hubo tantas consideraciones en la investigación de la Procuraduría estatal en torno al caso de su hermano Jonás Larrazábal.

Fernando jugó muy inteligente su posición como uno de los jerarcas del panismo local, por ello, no dude estimado lector, que en los meses previos a la elección de julio, vaya a operar de la misma manera.

Total, Josefina no era su candidata y por tal motivo, no le debe nada a ella, ni a sus principales colaboradores. Larrazábal pudiera estar preparando terreno para meterse entre el equipo de Enrique Peña Nieto y operar a su favor, tanto así que Miguel Ángel García Domínguez, su hombre de confianza, anda coqueteando con los priistas en una especie de avanzada.

Para Fernando Larrazábal no existen obstáculos que no pueda brincar, pero esto se debe a ese poder y soberbia ya mencionados, sobre todo al manejo de imagen que tantos millones de pesos ha costado al erario para limpiar la pésima administración que presidió. Hubiera sido mejor que esos recursos fueran a parar al área de seguridad donde hacen tanta falta.

En fin, todo sea por la enfermedad que tiene Larrazábal de poder y soberbia, que cree tener derecho a humillar a su equipo de trabajo y burlarse de la ciudadanía regiomontana.

 

LIC. RAÚL CARRIZALES GONZÁLEZ.

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